Lucía y la cámara olvidada -Prólogo
Se despertó sobresaltada, gimiendo por el miedo.
Escucharse jadear le acentuaba aún más los nervios, y sabía que tenía que poner en práctica los ejercicios de relajación que su terapeuta le enseñara tiempo atrás. Pero sus esfuerzos, a menudo, resultaban baldíos.
Una pequeña película de sudor le cubría todo el cuerpo, pequeñas bolitas transparentes que se posaban sobre su piel y que al secarse la abandonaban como si así pudieran liberarla de su condena.
Lejos de atenuarse o desaparecer, las pesadillas le recordaban una y otra vez lo vivido. Ya se lo habían dicho los médicos: estrés postraumático.
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